María Camila Betancur Aristizabal
Cuando me mude a forst jamás pensé que mi vida cambiaria tanto, nunca pensé que podría encontrar el amor en un pueblo tan pequeño.
Me sentí muy afligida por todos los cambios que tenía en tan poco tiempo, nuevo pueblo, nueva casa, nuevo colegio y nuevos amigos que no estaba tan segura que tendría.
Mi madre era una mujer muy bondadosa y sencilla, era una mujer hermosa, ojos verdes, pelo rubio, alta y esbelta, todo lo contrario a mí que tenia ojos cafés (totalmente normales) pelo negro, baja y esbelta.
Todo los cambios que estaba teniendo era por culpa del nuevo esposo de mi madre (mi padrastro) que era un hombre vagabundo y perezoso el cual mi madre mantenía y en un pueblo tan pequeño los gastos no serian tantos.
Era lunes, mi primer día de clase, en un colegio totalmente diferente, en el cual no conocía a nadie y no pretendía conocer, todas las miradas estaban en mí “la chica nueva”. Las clases transcurrieron con total normalidad, algunos profesores me presentaron frente a la clase y unas chicas me invitaron a almorzar con ellas, no estaba siendo un día tan malo.
El tiempo se detuvo cuando entre en la cafetería y lo vi, el chico mas hermoso que jamás vi en toda mi vida, mis ojos se detuvieron en el, recorriendo cada parte de su hermoso rostro y perfecto cuerpo, sus ojos azules se encontraron con los míos. No sé cómo pero en ese momento sentí que aquel chico con su mirada penetrante no sería un chico cualquiera, sería el chico que pondría mi mundo patas arriba.