Daniel Valencia Serna
05.11.2014 19:30
PERSONAJES TÍPICOS DE EL CARMEN DE VIBORAL.
El Carmen, como todos los pueblos, ha tenido en estos personajes motivos de risa
y diversión, ya sea por la facha, ya por sus comportamientos extraños o por su
calidad de bobos o locos. Se recuerdan algunos bonachones, elementos del siglo
XX, algunos de los cuales vivieron muchos años queridos y recordados por sus
•PETRONILA JAITA: Surgió en la tercera década, bien vestida y aseada, con
sombrero lleno de flores e insignias pegadas con alfileres, nariz sobresaliente, se
creía la novia de las personas más importantes. Aparecía intempestivamente en la
cocina de cualquier casa y cuando le ofrecían algo de comer decía: “Estoy jaita”.
De ahí su apodo. Tiraba piedras cuando la molestaban.
•TONTOLEO: Con secuelas permanentes en el habla y el caminar, tuvo en la
carreta su medio de trabajo. Dicen que un castigo en la escuela le generó una vida
traumática. Sin embargo, aprendió a leer y escribir, se aprendía los discursos de J.
Emilio y de Gaitán para recitarlos en medio de corrillos en la plaza. Murió anciano
al finalizar el siglo.
•TOMÁS: Era un joven normal hasta que recibió un bolillazo en la cabeza cuando
la policía controlaba a quienes protestaban por la desaparición de la imagen de la
patrona, la Virgen Quiteña, en 1938. Cuando salía al pueblo los domingos y días
de fiesta, lo hacía de vestido completo, aseado, de sombrero, sin corbata y con un
zurriago en la mano, listo para amenazar a quienes se atrevieran a gritarle “viva la
nueva”. Su fuerte respuesta era “Que viva la quiteña”. No le hacía mal a nadie y se
había convertido en el eterno pregonero de la Virgen Vieja hasta su muerte.
•ROSA MÍSTICA Y MAMEY: Cuando el padre Raimundo Monsalve le contó a don
Jesús Arango que iba a casar esta pareja singular, éste le replicó: “no creo que
esta boda tenga sentido”. El padre insistió: “Vamos a ver con que sale este par
de bobos”. Realmente no salieron con nada y continuaron viviendo de la caridad,
recriminándose mutuamente por no llevar nada a la casa. Cuando se casaron ella
ya estaba arrugada y permanentemente se untaba polvo y pintalabios y andaba
descalza todo el pueblo con su peculiar cojera. Mamey, descalzo y remangado,
con su costal al hombro, no servía ni para hacer mandados, pero cargaba
maliciosamente a los niños diciendo: “a ver que tanto pesa el mono”.
•CHAQUIRO: Flaco, desgarbado, con sombrero de fieltro y zapatos de tela,
amanerado en el hablar, buscaba los corrillos de niños quienes al verlo gritaban
en coro: “sale la luna, sale el sol, sale Chaquiro robando frisol”. Este, dirigiendo
la mirada a alguien del montón decía: “puerco, grosero, insolente, atrevido,
descarado, yo te conozco, dejá yo le voy a decir a tu mamá” y se iba alejando
lentamente. Le hacía falte que lo molestaran los muchachos. Cuando se los
encontraba jugando y no le decían nada, tomaba la iniciativa diciendo: “¿ustedes
por qué están tan calladitos?” La respuesta era obvia: “sale la luna, sale el sol,
sale Chaquiro robando frisol”.
•PATEBUEY: Trabajó normalmente en las fábricas de loza; luego “toreó” a
Guayaquil hasta cuando ya enfermo de una pierna, se dedicó a la mendicidad
para la cual se ideaba los sistemas más ingeniosos. Llamaba a alguien por su
nombre o apellido, lo invitaba a tinto y luego le pedía ropa o dinero. Otras veces
le rezaba a un familiar de quien tuviera al frente para luego obtener la limosna...
De hablar recio, de lejos se le escuchaban sus palabrotas. Decía que si se
aliviaba de la pierna se moría de hambre. Tuvo larga vida este paisano ocurrente y
CURRUCA: Primer lustrabotas del pueblo, siempre anduvo descalzo. Lo que
ganaba se lo gastaba en la cantina de “Perico” donde ejercía su oficio. Otras
veces se iba para el parque a escuchar a don Jesús Urrea cuando leía la prensa
en voz alta. Allí esperaba a sus escasos clientes: Los maestros y otros empleados
públicos y algunos patronos de las fábricas. “Venga lo ilustro”, le decía a algunos
de sus clientes mientras le relataba lo que le había pasado con su mujer la noche
anterior: “Llegue tarde y borracho a la casa en plena oscuridad y con mañita
busqué la cama, pero como hice ruido mi mujer se despertó y me encendió a
cantaleta: “Tú sos un desgenerao, ¿Qué son estas horas?” Yo le contesté: “Tú te
despresás muy bien y la contenté”. Cerca de cincuenta años ejerció su profesión
divirtiendo con sus historietas mal relatadas a quienes lo trataron.
•PACHO MENTIRAS: El primer rey de los mentirosos fue Pacho, quien desde su
juventud emigró al Viejo Caldas y cuando en la década del cincuenta regresó a
su tierra natal, envolvía en mentiras a quien se encontraba. Hablaba de un túnel
desde El Carmen hasta Roma, de su amistad con el Papa y con el presidente de
Estados Unidos. A todos les doy órdenes desde El Carmen, decía, y tengo bajo mi
bando un millón de aviones y barcos para dominar el mundo. Las fantasías más
exageradas eran su vida y su gozo. Cuando repartía el periódico “El Mundo”, su
retahíla transportaba a sus clientes a mundos que presagiaban los concursos de
mentirosos, años más tarde tan comunes y promocionados.
•PACHO BOBO: Prototipo del bobo Carmelitano. Así lo advertían los turistas
cuando lo veían actuar por primera vez. Su risa era contagiosa porque sólo se
le veían los dos colmillos superiores y su personalidad en conjunto ayudaba a
ello. Descalzo, pantalón arremangado y amarrado con cabuya, gorra vieja y
deshormada, no consentía que se la quitaran porque se tornaba serio y sin gracia.
Las gentes le ofrecían monedas para que le pidiera un beso o algo más a una
muchacha bonita que pasara cerca. Pacho ni corto ni perezoso, abordaba a la
infortunada para cumplir su cometido. Al regresar recibía la limosna en medio de
sus risotadas y las de todos los gozones.
•LINO, EL HOMBRE CÍVICO: Si pasa por El Carmen, no deje de visitar el Pasaje
Viboral, además de la variedad de mercancías que se exhiben, podrá saludar a
Lino De Jesús Acevedo Alzate, vigilante del pasaje.”! Qué tal señorita!” ¡Cómo
está el señor! ¡Que hubo mamacita!”, dirá Lino y, si usted quiere, le hablará
de sus hazañas con las femeninas, hecho que le ha valido el título de “El siete
mujeres”, le indicará dónde queda cual o tal entidad; lo podrá contratar para
repartir publicidad, animar todo tipo de certámenes, ayudar a un anciano, cargar
paquetes o, simplemente, para traer y llevar razones por todo el pueblo. “Hasta
una calle tiene mi nombre”, o mejor dicho, el de sus antepasados, por eso Lino
está convencido, con su justa razón de que él es el hombre más famoso del
•ENRIQUE “EL TROZO”: Delgado, desgarbado, vestido entero y sombrero
atado al cuello, deambula por las calles con sus pertenencias personales en
todos los bolsillos y en su carriel, para que no se le pierdan en el asilo, dice este
desconfiado personaje. Se acerca a cualquier mesa y se dirige por su nombre
a alguien conocido: “Te voy a proponer un negocio; necesito un radio un reloj.
También tengo ganas de conectarme a la internet”. No sabe leer y la gente
lo despacha con algunas monedas, en medio de las risas, por sus alcances
desproporcionados y por su facha.
•CARCAJADAS: Aunque esté bravo se ríe con facilidad, recriminando a quienes
le gritan que está “pelao” y que tiene hambre. Él les caña diciendo: “Yo no soy
como vos, miserable, yo vivo bueno y me gasto la plata en comida”. Cada que le
dan la propina por algún mandado, llega a la panadería, pide una gaseosa con
parva y les muestra a todos que sí come bien. Tiene un reloj pero dice: “En este
cagadero no hay quien sea capaz de dar cien mil pesos por él porque es un Q y
Q”. Realmente vale diez mil pesos, si acaso, y lo tiene hace mucho tiempo como
•PACHO EL CANTANTE: Con voz debilucha y una guitarra con tres o cuatro
cuerdas, pasa por los corrillos entonando canciones. Yo soy mejor que Vicente
Fernández, dice con un tonito a lo Mexicano, he grabado muchísimos discos y
tengo contratos para la televisión. No falta quien le dé una moneda para que se
vaya, la recibe y se despide sonriente.
•ELADIO “EL TROVADOR”: Cuando hay programación en la plaza, los
animadores lo suben al tablado para que trove sólo. Hace reír porque rara vez
lo hace con rima, generalmente se descacha y dice lo que se le atraviesa, sin
coordinación, sin medida y sin tema fijo. El goza mucho, sin darse cuenta de que
es más descachado que el de la radio.
Muchos son los personajes que la gente recuerda con cariño, como típicos de El
Carmen: “Pandequesito”, el que hacía camándulas y cargaba mercados en una
carreta. “Lira” y sus carcajadas, cuando hacía una carambola en el billar, rodeado
de patos”, “Chaflán” y sus rabietas que calmaba con una cerveza o una gaseosa.
La lista se puede alargar...